Cuentan que Buda aconsejó cierto día a su hijo Rahula diciéndole:
"Desarrolla tu mente y sé paciente como la Tierra. La gente arroja
toda clase de objetos a la Tierra: desperdicios, cosas sucias, saliva,
pus u orín y la tierra no se disgusta con ellos. Aprende a ejercitar
tu mente para ser paciente y aceptar como la Tierra".
La paciencia en el budismo se conoce como kshanti y es la fuerza que
tienes para sobrellevar el mal y para no desesperar. Es una de las
perfecciones o paramitas necesarias para llegar a la iluminación y la
paz, que pueden ser 6 ó 10 según distintas tradiciones. La paciencia
va unida a la tolerancia y a la aceptación serena de la realidad y de
las personas. A ella se refería el sabio persa Rumi cuando decía por
allá en el siglo XIII: "En la generosidad sé como un río, y en la
compasión sé como el Sol. En ocultar los defectos de otros sé como la
noche, y en la ira sé como los muertos. En la modestia y la humildad
sé como la Tierra y en la tolerancia sé como el mar".
Las seis virtudes o perfecciones (paramitas) budistas las puede
practicar un buen cristiano o cualquier ser humano amoroso: Dana es
generosidad y pide un sereno desapego, Sila es actuar con pureza o
moralidad. Kshanti es paciencia y va unida a la tolerancia y la
aceptación para alcanzar imperturbabilidad. Virya equivale al
esfuerzo, a la entrega que pones en lo que haces cuando amas tu labor.
Dhyana es concentración a través del control de la mente y las
emociones para llegar a la contemplación. Prajña es sabiduría, es
conocimiento espiritual que brinda un claro y valioso discernimiento.
Estas perfecciones o paramitas te ayudan a cultivar la compasión que
debe ser el eje de la vida. En otras palabras, ser bondadoso y
comprensivo, no juzgar y tratar a todos con amor genuino.
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