martes, 24 de febrero de 2009

Liderazgo, sinergia y resiliencia Por Club Kiyosaky

Siempre se mejora con un buen trabajo en equipo, con la formidable
fuerza de la sinergia. Sinergia es unir energías, es lograr que cada
persona dé lo mejor en función de unas metas comunes. Eso pide que un
buen líder inspire confianza, una a los demás y sepa ubicarlos en el
cargo adecuado.
Una labor en equipo exige un ambiente agradable, planificar
correctamente y que todos estén motivados. Cada persona debe estar
bien, sentirse acogida en el grupo y que haya un ambiente de mutua
confianza y compromiso.
Es indispensable un clima de participación, que todos tengan claros
los objetivos y los sientan como propios. Entonces se dan buenos
resultados como lo vemos en un equipo deportivo cuando aplica estas
prácticas. Un equipo debe estar preparado para superar crisis y salir
adelante con fe, pasión y resiliencia.
El vocablo resiliencia viene del latín resilio que significa volver
atrás o rebotar. En ingeniería, la resiliencia cuantifica la cantidad
de energía que absorbe un material ante un impacto. En sicología es la
capacidad de una persona para sobreponerse a las tragedias y al dolor
emocional.
En los años 70 el psiquiatra Michael Rutter tomó esté término de la
física y lo describió como flexibilidad social adaptativa. Resiliencia
es elaborar eficazmente los traumas y los factores estresantes,
reponerse en las crisis y seguir adelante. Es la capacidad de una
persona o un equipo para encarar la adversidad con esperanza,
fortaleza, superarla o, incluso, mejorar con ella.
Resilientes son las personas o grupos que ante hechos muy negativos
cultivan actitudes que los animan y protegen. Los niños deben aprender
de su infancia a no rendirse, confiar, buscar ayuda y apelar a los
mejor de sí mismos.
En épocas complicadas un buen líder logra eso mismo en un equipo si se
concentra en las fortalezas de las personas, no en sus debilidades. El
líder inspira, confía, sabe corregir, y aprovecha al máximo las
cualidades de las personas y los equipos. Liderar es influir en otros
con el poder del buen ejemplo, la magia del carisma y la fuerza del
amor y la confianza.
Una de las mayores cualidades de un buen líder es lograr que un equipo
alcance un equilibrio en todas las áreas de la vida. Es armonizar lo
racional y lo emocional, lo interior y lo exterior, lo material y lo
espiritual.
La sinergia pide otras dos cualidades claves en un mundo cambiante: la
humildad y la flexibilidad. En situaciones críticas no podemos darnos
el lujo de ser arrogantes y hay que cultivar la apertura al cambio y
la adaptabilidad. El líder lo sabe, y su influencia es perdurable si
es espiritual, creativo y sabe reinventarse.
Así actuaron seres extraordinarios como Gandhi y Martin Luther King.
También Nelson Mandela quien dijo: "Sólo avanzando unidos podemos
extender las fronteras de la justicia, la libertad y el humanismo".
El liderazgo conlleva dolor, sufrimiento, y pide coraje y heroísmo.
Ese coraje viene de una fuerza superior y permite soportar lo indecible.

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