lunes, 3 de mayo de 2010

EN TIEMPO DE CRISIS LA EXISTENCIA DESNUDA (Por Eva Carmona)

Viktor Frankl fue catedrático de Neurología y Psiquiatría en la Universidad de Viena y Director de la Policlínica Neúrológica Vienesa durante veinticinco años. Durante la II Guerra Mundial estuvo internado durante tres años en Auschwitz, Dachau y otros campos de concentración.

En su libro "El hombre en busca de sentido", hace un análisis de sus vivencias en los distintos campos de concentración por los que pasó durante aquellos terribles años de reclusión.

En estos tiempos de crisis, en los que tantas personas se están viendo afectadas y se encuentran con situaciones verdaderamente desesperantes que nada tiene que ver con lo que estaban viviendo hace apenas unos meses; creo que es un magnífico momento para ser conscientes de por qué fases podemos pasar con el fín de evitar dejarnos llevar por la más tremenda desesperación que ya a muchos a llevado al suicidio.

Viktor Frankl habla de tres fases:

La PRIMERA FASE, está dominada por la INCREDULIDAD. Vivimos en un estado de "esto no me puede estar pasando a mi" y el esfuerzo por borrar toda conciencia de nuestra vida anterior. Estamos donde estamos y no tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiarlo. Aceptarlo es la única alternativa posible para emprender un camino duro en el que nuestra salud mental no debe ser mermada. Dostoyevsky define al hombre como "el ser que se acostumbra a todo" y debido a esta capacidad propia del ser humano, hemos ido evolucinando a lo largos de los siglos desde nuestros orígenes.

La SEGUNDA FASE, está dominada por una APATÍA generalizada que desemboca en una muerte emocional. "La plomiza apatía, la anestesia emocional y la vaga sensación de que a uno ya nunca le importará nada, constituyen los síntomas característicos de esta segunda fase" Realmente es una reacción de defensa con la que se evita que esa situación tan dolorosa e injusta que vivimos nos afecte día a día, haciendo cada vez más difícil nuestra existencia. En esta fase las personas perdemos el interés por todo lo que nos rodea: el dolor propio y el ajeno, el sentimentalismo... sin embargo, en este momento de angustia, una de las pocas cosas que nos reconfortan es la espiritualidad, la religión, la meditación íntima, la huída hacia el interior. De alguna forma una vez que ya nos vemos despojado de todo lo externo nos quedamos sin trabajo, sin coche, sin casa, sin el móvil de última generación y en muchos casos, sin la familia con quien hemos compartido los años anteriores. Solo nos queda volver hacia nuestro interior y redescubrir quienes somos realmente. Es una etapa que si se vive en familia hace que esta se enriquezca muchísimo y maduren hacia valores realmente importantes y trascendentes en el ser humano. En solitario, el proceso es el mismo, pero más doloroso.

Es en esta fase en la que te preguntas por el sentido de la vida. Si realmente merece la pena seguir viviendo con un futuro tan incierto y un presente tan pesado. Es en este momento "debemos aprender por nosotros mismos que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos o con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir signficia asumir la responsabilidad de encontrar respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular"

La TERCERA FASE, está marcada por el DESAHOGO. Es cierto que en la fase anterior es fácil perder la capacidad de sentir alegría. Una vez que se alcanza aquello tan deseado. Tras haberlo perdido absolutamente todo, el volver a tener una nueva oportunidad de comenzar de nuevo... realmente no nos conmueve especialmente. Nuestro cuerpo comienza a reaccionar de forma mucho más inmediata que nuestra mente. Una nueva oportunidad de trabajar por un salario, que nos permita comenzar poco a poco a vivir de nuevo sin pensar qué pasará mañana, a reunir de nuevo unos pequeños ahorros, a tener la oportunidad de pensar en una nueva casa... algún día. Muy al contrario, de lo que podríamos pensar, no nos alegra especialmente, sin embargo, nuestro cuerpo se pone manos a la obra de manera inmediata. Se levanta cada mañana y se prepara para acudir a nuestro nuevo trabajo y acepta con agrado esa nueva oportunidad que se le brinda. Nuestra mente, poco a poco va aprendiendo a valorar que aquello que tenemos, por poco que sea comparativamente hablando con los años anteriores es nuestro "ahora", nuestro presente, aquel con el que vivimos y que supone una nueva oportunidad para nuestra existencia.

En estos momentos es mucho más fácil hablar que vivir con esta realidad. Para todos aquellos que estéis pasando por un mal momento... recordad "el hombre es el único ser capaz de acostumbrarse a todo"

No hay comentarios: