A lo largo de mi vida he encontrado a infinidad de personas con grandes proyectos profesionales y/o personales que lo tienen todo perfectamente organizado en sus cabezas, pero que no son capaces de pasarlo a la acción.
Algunas de las causas más comunes para dejar aparcados estos proyectos son los siguientes:
- NO ES EL MOMENTO.
Para acometer los proyectos más importantes de nuestras vidas en muchas ocasiones no encontramos el momento oportuno para llevarlo a cabo.
Se dice que para casarnos es necesario: tener un trabajo bien remunerado y fijo, al ser posible, tener el coche, la casa, el perro. Para tener hijos, además es necesario poder haber hecho todo aquello que no podrás hacer una vez decidas formar una familia: viajes exóticos, excursiones imposibles...
- NO TENEMOS SUFICIENTES DATOS.
Ya decíamos en alguna ocasión que el análisis del análisis es la parálisis.
En ocasiones los proyectos se van posponiendo porque necesitamos más y más datos que nos asegure el futuro éxito del mismo.
No hay nada que garantice el éxito futuro en ninguna faceta de nuestras vidas y creo que esto, el que más y el que menos lo conoce. Sin embargo, es una escusa perfecta para posponer el momento de emprender un proyecto.
Detrás de estas dos causas, hay una sola causa que va más allá: MIEDO.
En realidad es el miedo el verdadero protagonista de nuestros bloqueos. El que nos impide creer en nosotros mismos, el que nos impide avanzar hacia metas más altas, el que nos impide creer en nuestros sueños.
El miedo, que cuida de nuestro bienestar personal y nos pone alerta cuando hay un peligro, es también el que impide que seamos mejores personas, grandes profesionales. Es el responsable de nuestra incapacidad de soñar y crecer. Si bien, no es necesariamente el causante de los fracasos, es, sin duda alguna, la característica común de todos los fracasados.
El miedo que bloquea, que paraliza, que desencanta, que obstaculiza, que humilla, que impide levantarte de nuevo cuando caes, o que simplemente te quita la oportunidad de saber lo que es caer, para levantarte con fuerzas renovadas.
Es el miedo lo que nos ata y no las leyes, ni la falta de oportunidades, ni la falta de recursos.
Si, realmente no temiéramos a la realidad, nos sorprenderíamos al descubrir reflejado en un espejo al principal responsable de nuestros verdaderos miedos.
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