viernes, 19 de septiembre de 2008

Los mejores consejos de Kiyosaki Parte I

Emprender Está en la Mente
Mi padre me dijo: "El mundo está lleno de gente que quiere ser
emprendedora.
Se sientan tras sus escritorios, tienen títulos que suenan
importantes, como Vicepresidente o gerente, y algunos hasta se llevan
un salario decente a casa.
Estos supuestos emprendedores sueñan en comenzar su propio imperio
comercial y tal vez un día, algunos lo harán. Pero creo que la mayoría
no dará el salto y tendrán alguna excusa, alguna racionalizació n como
`cuando los niños crezcan', o `cuando tenga suficiente dinero
ahorrado'". "Pero nunca saltan del avión", respondí, completando su idea.
¿En qué nivel del juego deseas participar?
Mi padre rico continuó explicando que el mundo estaba lleno de
diferentes tipos de emprendedores. Hay grandes o chicos, ricos y
pobres, honestos y deshonestos, por ganancia y altruistas, santos y
pecadores, de pequeñas ciudades e internacionales, así como exitosos y
fracasados. "La palabra emprendedor es una palabra importante y tiene
significados diferentes para distintas personas".
Mi padre quería que comprendiéramos que cualquiera puede ser
emprendedor. La niñera del vecindario es una emprendedora y también lo
era Henry Ford. "Nuestro trabajo es decidir qué tipo de emprendedor
quisiéramos ser, ambos son importantes para sus clientes. Es como la
diferencia entre el futbol americano callejero, el de preparatoria, el
universitario y el profesional" , cada uno tiene su público.
Cuando yo estaba en la universidad en Nueva York jugaba futbol
americano, nuestro equipo tenía la oportunidad de practicar con
jugadores de un equipo profesional, los Jets de Nueva York. Pronto fue
obvio que los universitarios, aunque jugábamos el mismo deporte que
los profesionales, estábamos en un nivel diferente.
Como linebacker mi primera llamada de atención ocurrió cuando traté de
taclear a uno de los Jets que regresaba para entrar a la línea. Creo
que él apenas notó que le pegué. Sentí que trataba de parar a un
rinoceronte en plena embestida.
Ese corredor y yo éramos del mismo tamaño, pero después de intentar
taclearlo me di cuenta que la diferencia no era física, sino
espiritual. Tenía el corazón, el deseo y el don de quien tiene talento
natural para ser un gran jugador.

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