jueves, 15 de abril de 2010

EL MARKETING DE LA FELICIDAD (Por Piero Moltedo)

Biológicamente, y en palabras simples, la felicidad se produce en el hemisferio cerebral derecho, más precisamente en el cuadrante posterior. Filosóficamente, ha sido tema para muchos pensadores: Aristóteles, Bentham, Locke, entre muchos otros, han abordado este tema.

Bajo el punto de vista económico, la felicidad es explicada por la Teoría del Consumidor del siglo 20, entendiéndose, en palabras simples, que a mayor consumo, mayor utilidad, por lo que a menor restricción presupuestaria, mayor sería el nivel de satisfacción de los consumidores, por ende, mayor su nivel de felicidad.

Durante el último tiempo, son numerosos los estudios que se han realizado sobre la felicidad. Por ejemplo, la consultora New Economics Foundation midió la felicidad de los países en relación a la calidad de vida de los mismos. Descubrió que en Vanuatu, una pequeña isla en el Pacífico Sur con algo más de 200.000 habitantes y con una esperanza de vida de sólo 68,6 años, vivían las personas más felices de la Tierra.

La Universidad de Lancaster se enfocó, por su parte, a diseñar el Mapamundi de la felicidad, donde claramente se ve una relación directa entre bienestar económico y felicidad, a partir de un ranking previo, donde figura Chile en el lugar 71, bastante más atrás de Argentina que ocupa el puesto 56.

Otro estudio más completo, y sobre Latinoamérica, fue realizado por Cimagroup. Como conclusión, se señala que mientras más al sur es la situación geográfica del país, la felicidad disminuye. También se demostró que la felicidad no tiene directa relación con la riqueza o el desarrollo económico del país. Según este estudio, es la situación familiar la que más satisfacción produce entre los latinoamericanos.

Como tema de interés, la felicidad ha sido uno de los conceptos que más se está utilizando en el marketing actual por parte de las empresas exitosas. Por ejemplo, un 37,2% de los españoles considera que Coca Cola es la marca más asociada a la “felicidad”, he ahí la campaña “La fábrica de la felicidad”.

Existen muchísimos más ejemplos, que por razones de espacio no puedo detallar, pero que demuestran el interés, o la necesidad, de las personas, por encontrar la llamada “felicidad”.

Por lo mismo, las empresas deben cuestionarse de qué forma colaboran ellas, a través de los atributos de sus productos, a la felicidad de sus consumidores. Y esto no sólo es válido para productos de consumo masivo, sino también para el marketing político y para el marketing turístico o de territorios, entre otros.

Sin embargo, la verdadera felicidad no está en lo que se consume, sino en la tranquilidad que la vida a cada uno nos puede entregar. El estar contento consigo mismo, el sentirse en paz, el formar una familia, y todo aquello que nos satisface “desde adentro”, es sin lugar a dudas insustituible por lo consumido, pero desde luego, esto nos puede acercar, generar instancias, permitirnos gustos, entregarnos cierta seguridad para nosotros y para los que queremos. En el fondo, encontrar la tranquilidad que cada uno de nosotros busca.

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