Cierto hombre, queriendo hacer un largo camino, llamó a sus criados y dióles dinero: a éste cinco talentos, a ése dos, y a aquél uno, a cada uno según su propia fuerza, y luego partió.
El que había recibido cinco talentos, negoció con ellos e hizo otros cinco; el que había recibido dos, ganó también otros dos, y el que había recibido uno, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo, volvió el amo, y les tomó cuenta de los talentos. El primero dijo:
-Señor, cinco talentos me diste y he aquí otros cinco que he ganado con ellos.
Díjole el amo:
-¡Oh, buen criado, has sido fiel y yo te constituiré en mucho: entra en el gozo de tu señor!
Y vino el segundo y dijo:
-Señor, dos talentos me diste, y he aquí otros dos que he ganado sobre ellos.
Díjole su señor:
-¡Oh, buen criado, has sido fiel y yo en mucho te constituiré: entra también en el gozo de tu señor!
Y vino el tercero, y dijo:
-Señor, conociéndote que eres hombre terrible, que siegas donde no has sembrado y que allegas a donde no has derramado, tuve miedo y escondí tu talento en la tierra: aquí tienes lo tuyo.
Respondiéndole su amo, le dijo:
-Mal criado perezoso, si sabías que yo siego donde no he sembrado y que allego donde no he derramado, convenía, pues, que tú dieses mi dinero a los cambiadores, y al volver yo habría recibido lo mío con logro. -Añadió después:
- Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Porque a todo aquél que tiene le será dado y abundará, y a aquél que no tiene, aun lo poco le será quitado.
Por esto, al inútil échenlo a la oscuridad que ahí habrá llanto y abatimiento.
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